CTI

Club Taurino Italiano

Daniel Luque, a hombros

Barquerito

(COLPISA)

6 junio 2014
 

Justo seis años después de su confirmación de alternativa, el torero de Gerena cumple el sueño de abrir la puerta grande de Madrid. Un extraordinario toro atanasio del Puerto.
 

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Tres cuartos largos de plaza. Tarde estival. Seis toros de Puerto de San Lorenzo (Lorenzo Fraile). El primero, jugado de sobrero. Corrida muy bien hecha y variada. Los seis de emplearon de bravos en el caballo. El tercero, muy completo, ovacionado en el arrastre. Se vino abajo un quinto de grandes apuntes. Dieron juego todos los demás. Buena corrida, por tanto.

Juan José Padilla, silencio en los dos. El Cid, silencio y silencio tras un aviso. Daniel Luque, oreja tras un aviso y oreja, salió a hombros. Picó muy bien al tercero Juan Francisco Peña. Excelente Abraham Neiro con capotes y banderillas. Grandes detalles de Curro Robles y José Miguel Neiro, todos de la cuadrilla de Luque.

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EL ESCAPARATE DEL tercer toro de la corrida del Puerto era el propio del encaste Atanasio: atacado de kilos, sin enmorrillar, estrechas las sienes propias, astigordo, las palas grises. La conducta fue también muy de atanasio: salida fría, tardanza en fijarse, pelea seria en el caballo –romaneó en la segunda vara, que muy pocos pueden-, se resistió en banderillas y vino a romper en la muleta con son creciente. En los medios. Cuanto más larga la traca, mayor el ruido. Hasta el final de una larga faena estuvo vivo el toro, de embestidas prontas y bélicas, nobles pero nunca sumisas.

Gran toro. Cartuchero, 573 kilos, ovacionado en el arrastre. Muy inteligente, decidido, firme y preciso con él un Daniel Luque fresco de ideas. Lances refinados hasta la boca de riego en el recibo, cuando más pesaba el toro; un quite por lances de costado, versión pervertida de la chicuelina original; brindis desde el platillo y arranque de faena justo donde cayó la montera. De largo. Los ases en la mano y en la manga de Luque. Sin vacilar, el toreo de mano baja y suave. Volvía contrario el toro y por eso se abría, pero repetía ya entregado. Puesta la muleta donde mejor convino a las dos partes.

Tomó rumbo la cosa enseguida. Los remates de tanda –trincherillas cosidas con el de pecho, garabatos, los de la firma y los del desdén, los cambios de mano, los ayudados a pies juntos- parecieron igual de elocuentes que el toreo de gobierno. Sobe todo cuando Luque se echó la muleta a la izquierda. Embestidas rugientes del toro, que llegó a venirse en tromba. El cascabeleo del toreo cambiado fue una solución bien imaginada. A esa especie de insolente facilidad de Daniel, que en ocasiones ha contado como demérito, le puso música ese gran toro, que por bravo no era sencillo. Una trenza de muletazos en la suerte natural con la vuelta de la muleta y tras cambios de mano encadenados por detrás sorprendió a quien no lo hubiera visto nunca. Se celebró el invento. Solo la fe justa con la espada: media trasera, rueda de peones y un descabello.

Para Luque estaba el toro de la corrida –no fue el único pero sí el más completo- y para él la tarde. Dos toreros muy de vuelta por delante –Padilla en tarde insegura, El Cid haciendo un visible esfuerzo- y se abrió paso, en corral ajeno, uno de la nueva generación. O no tan nueva. Luque llegó a matar en las Ventas hace cuatro años una corrida de único espada, pero el tiro salió por la culata y muy caro. Se cumplían justo enesta tarde los seis años de su confirmación de alternativa. Casualidades.

La puerta grande de las Ventas se ha ido convirtiendo poco a poco en un mítico ideal. Con solo una oreja del sexto de corrida le bastaba a Luque para salir por ella a hombros.Podría haberle cortado al gran tercero las dos. Pero las dos de un toro las ha puesto tan caras Perera en esta feria que no pudo ser. Sí pudo Luque en el sexto con la oreja pendiente. Costó cortarla porque el toro, después de emplearse en el caballo con tantas ganas como los demás, se defendió en banderillas y manseó de partida, quiso huirse. A los medios se lo sacó Luque, porque ahí suele entregarse esa clase de toros. Este sexto estaba en Lisardo y no en Atanasio. Fue muy agradecido.

Estuvo a punto de rajarse. Tuvo con el torero de Gerena la cortesía de no hacerlo. Nobleza y bondad, no tanto empuje, pero no se resistió a ni un solo cite. Casi a placer Luque de mitad de faena en adelante. Ahora fueron muchos más y mejores los muletazos de cascabeleo que los de someter, tirar y templar despacio. Los remates de muletazo, de todos, fueron de categoría. Un pinchazo, una estocada, puerta grande.

El gran tercero fue el toro a más que estaba fijado en todas las ramas modernas derivadas de Atanasio y que de pronto desapareció del circuito. Se perdió la pista de esasangre. Solo seis toros de procedencia pura de Atanasio se habían lidiado en San Isidro: los seis de Valdefresno que abrieron feria. Han contado que mansearon más de la cuentalos seis. Los cuatro de Couto de Fornilhos del 18 de mayo parecieron no tanto atanasios como una descendencia bastarda.

La corrida del Puerto, con su habitual problema de tendones de la mano, que se da en primavera pero no de mediados de verano en adelante, salió buena. Padilla se atascó conun sobrero suavón pero que no se apuntó de voluntario a casi nada y no se inspiró en ningún momento con un cuarto que le estuvo tomando el pulso de principio a fin. El Cid, que abusó de los capotazos de doma ante de varas. acertó a sujetar y asentar al segundo, que tuvo calidad pero flaqueó en los dos primeros tercioos. Faena entonada, de ideas claras y chispazos buenos con la mano derecha. Cierto ruido. Dos pinchazos, una estocada atravesada que asoma y… “¡ná!”, como dicen en Sevilla. El quinto se aplomó a los diez viajes –Luque le hizo en los medios un quite castigador de hasta siete lances- y El Cid, despegado y poco convencido, se fue de San Isidro como los actores secundarios del teatro: haciendo mutis por el foro.
 

Postada para los íntimos:

El fantasma de Atanasio. Un toro en el sillón del psicoanalista. Un psicoveterinario. Evoca el toro su infancia como el protagonista de aquella película de Hitchcock que empezaba mal y terminaba bien, como casi todos los toros de Atanasio. Al recordar la infancia se suele embestir. Si no se tiene memoria, se pierde la cabeza. Va en ello.

El agua de mar se vende en algunos herbolarios de Madrid. Para hacer arroces, dicen. ¡De qué mar seremos...!

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