Miguel Ángel Perera, en la plenitud de las verdaderas figuras
Andrés Amorós (Pamplona)
ABC 12/07/2014
Corta dos orejas y se gana una merecida puerta grande en Pamplona
Los toros de Jandilla son serios, bien armados (como aquí es norma); su nobleza se enturbia por la falta de fuerzas y la sosería. Miguel Ángel Perera corta una oreja de cada toro, en una muestra más de su gran momento, y sale en hombros. Fandiño logra una en el último, gracias a una excelente estocada.
Castella, que ha remontado últimamente, con una gran faena en Burgos, tiene una tarde plomiza, como el cielo. El primero, noble, se mueve sin alegría: ¡no le vas a pedir alegría a un «Dictador»! Sebastián le da distancia, corre la mano con suavidad: faena pulcra, académica, sin emoción; en un coso tan pasional como este, se diluye. Y mata caído dos veces. La historia se repite en el cuarto, todavía más soso, que flaquea, se deja pero no se entrega. El trasteo es correcto pero apenas transmite. El personal –no solo en el sol– se concentra en las pantagruélicas meriendas. He vuelto a ver al Castella mecánico que creí ya había superado.
Torea por segunda vez en la Feria Fandiño, que cortó las orejas a un gran toro de Victoriano del Río. Esta vez tiene menos fortuna. Su lote es el más deslucido. El tercer toro sale suelto, no se entrega, se muestra incierto, andarín. Iván aguanta, logra alguna serie aceptable por la izquierda (el lado mejor del toro) pero no se encuentra a gusto. La prueba, que un matador tan certero como él tampoco mata bien. Se esfuerza por concluir bien su Feria en el último, que se mueve pero se apaga pronto. Iván, muy firme, se planta, aguanta tornillazos, le saca naturales clásicos, hace alardes de valor y concluye con una formidable estocada, marca de la casa: sacando el brazo del centro del pecho y cruzando. Solo eso ya merece la oreja que le conceden.
El mayor tirón en taquilla no suele ir unido a la mayor calidad de un diestro. Probablemente, Perera no es el más popular de los toreros actuales pero sí el que lleva unatemporada de más mérito, con su doble salida en hombros de San Isidro. Su valor sereno y su dominio le permiten una regularidad en el éxito muy notable. El segundo toro se mueve pero sin alegría, a pesar de ser «Vivaracho». Inicia el diestro con el muletazo cambiado y, en el siguiente pase, se le queda debajo. Aunque el toro cabecea, se suceden los muletazos largos, mandones, bien ligados. Un torero tan poderoso luciría más con un toro más fuerte. Al final, en las cercanías, lo lleva cosido a la muleta, en una demostración de gran dominio. Como la faena ha sido larga, escucha un aviso antes de entrar a matar, con gran decisión: primera oreja.
El quinto, muy veleto, se llama «Camelador» pero no engaña a nadie: suelto, huido, no se entrega, llega a la muleta gazapón. Miguel Ángel lo sujeta por bajo; con gran firmeza, lo va metiendo en la muleta. Es una faena de mucho mando: para mí, más meritoria todavía que la anterior, por las dificultades de la res. Cuando le ha podido por completo, lo demuestra con circulares. Mata a la segunda: nueva oreja y salida en hombros.
La verdadera figura es el diestro que puede a todos los toros. En esa línea, ahora mismo, Perera tiene pocos rivales: su rotunda seguridad es la muestra evidente de un torero que está en plenitud.