CTI

Club Taurino Italiano

Talavante y López Simón, por la Puerta Grande

 

ANDRÉS AMORÓS 

ABC 26 mayo 2018

 

MONUMENTAL DE LAS VENTAS. Viernes, 25 de mayo de 2018. Decimooctava corrida de Feria. Más de 22.500 personas. Toros de Núñez del Cuvillo, manejables, muy buenos 2º y 6º; un sobrero de Conde de Mayalde (3º bis), de buen juego.

JUAN BAUTISTA, de azul marino y oro. Estocada (silencio). En el cuarto, pinchazo y estocada en la suerte de recibir (saludos).

ALEJANDRO TALAVANTE, de plomo y oro. Gran estocada (dos orejas). En el quinto, dos pinchazos y estocada (saludos). Sale a hombros.

ALBERTO LÓPEZ SIMÓN, de azul cobalto y oro. Pinchazo y estocada (oreja). En el sexto, estocada (oreja). Sale a hombros.

Bajo el diluvio, salen a hombros Alejandro Talavante, que corta dos orejas al tercero, después de una gran faena, y López Simón, con una y una, como premio a su valor. Dos toreros por la Puerta Grande de Las Ventas: una estampa insólita y feliz. La emoción del buen toreo nos compensa de la mojadura y de toda la incomodidad. Propician los triunfos los buenos toros de Cuvillo, en su segunda presencia en esta Feria.

Me acompaña, esta tarde, mi amigo Andrés, que, últimamente, se ha convertido en un aficionado entusiasta. Recojo yo, entre comillas, algunos de sus comentarios.

Continúa triunfando en su tierra francesa Juan Bautista pero Las Ventas se le resiste, por la sensación de frialdad que dan sus muy correctas faenas. (He recordado la generalización –injusta, por supuesto– del escandaloso novelista Henry Miller: «Pasión era algo que echaba de menos en Francia»). Lidia con corrección y naturalidad al primero pero «dice muy poco», no conecta con el público. En el cuarto, ya bajo el diluvio, la gente valora el esfuerzo; muletea compuesto y fácil; mata a la segunda, en la suerte de recibir. («Un torero ha de apasionar»).

Natural de Talavante al toro al que desorejó

Lesionado en el campo Paco Ureña, se plantea la difícil papeleta de la sustitución. Es un buen gesto que la acepte una figura como Talavante. Se le recibe con una ovación. En el segundo, se luce con los palos Trujillo. Brinda al ausente Ureña. El toro, bien lidiado, va a mejor. Los doblones iniciales ya entusiasman; el cambio de mano hace que las palmas echen humo; los naturales vuelven loca a la Plaza. («Son naturales derramados, melancólicos»). Con «Cacareo», no ha tarareado, sino logrado el canto grande, como un gallo de pelea. Y mata espléndidamente, despacio: una faena completa, bien estructurada y armoniosa. («Una sinfonía: ha mostrado lo que vale y por qué ocupa su lugar»). El quinto ya chapotea en los amplios charcos. El toro protesta, se desentiende, pero Talavante, sin probaturas, liga enseguida derechazos, manda mucho al natural. Mata a la tercera. («¡Torero bueno!»).

López Simón, a merced del sobrero de Mayalde, en una espantosa escena

De la mano de Curro Vázquez, intenta López Simón recuperar la primera fila. Logra esta vez un importante triunfo por la vía del valor y la épica. Devuelto el tercero por flojo, el sobrero de Mayalde cumple mejor en el caballo que en la muleta, distraído. Alberto se queda quieto, vertical. («Después de una gran faena, no es fácil…»). El toro lo prende y hace por él; parece estar herido pero se queda en el ruedo; sigue mostrando su valor sereno y mata a tumba abierta, sufriendo una nueva voltereta: oreja. («Ha sido muy dramático. Ha logrado algo importante para él, para su moral»). El sexto, «Galiano» (como los gazpachos manchegos), sale suelto pero va a mucho mejor, no para de embestir. López Simón se dobla bien, muy firme y decidido, lo va metiendo en la muleta, liga naturales y logra la estocada. La gente está con él: la oreja le permite compartir la salida triunfal con Talavante. («Se lo merece, le ha costado lo suyo. También hay que premiar el sacrificio»).

Bajo el diluvio, han salido a hombros por la Puerta Grande dos toreros. Ha demostrado Talavante su calidad de primera figura; López Simón, su estoico valor. A mi amigo Andrés le ha entusiasmado Alejandro y le ha emocionado Alberto: las dos caras de la Fiesta. Mi amigo Andrés es argentino, artista y se apellida Calamaro.

Andrés Amorós y Andrés Calamaro compartieron tendido en el histórico festejo

Postdata. Al lado de un músico argentino, recuerdo yo a un escritor argentino, Julio Cortázar. En 1956 recorrió España y le escribió a su amigo Jonquieres: «Ya habíamos visto dos corridas de toros y estábamos convertidos en dos aficionados entusiastas. Se podrá hablar un día entero de la decadencia de la tauromaquia, de lo mucho que hay de malo, las famosas homilías sobre la crueldad, etc., pero hay algo que queda en pie, y es la hora de la verdad, ese momento en que toro y torero están solos y toda la plaza guarda silencio hasta el minuto perfecto del torear ceñido y los olés…» Años después, estuve yo con Cortázar en el patio de arrastre de Las Ventas.

López Simón, en un pase de pecho bajo el aguacero y con el ruedo convertido en una piscina

 

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