Un valiente Román corta una oreja en la tarde de su debut en Las Ventas (EFE)
Madrid, 13 mayo (EFE-Paco Aguado)
El valiente y entregado Román Collado cortó hoy una oreja en la primera novillada del abono de San Isidro, una tarde en la que, además, hacía su presentación en la Monumental madrileña de Las Ventas.
FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de Fuente Ymbro, serios y hondos, que excepción del flojo primero, y del exigente y codicioso tercero, fueron mansos y ásperos. “Rajado” y con genio el segundo; bronco el cuarto; bruto y sin clase el quinto; y manso y huidizo el sexto.
Mario Diéguez: estocada (ovación); y dos pinchazos, casi entera perpendicular y descabello (silencio tras aviso).
Román Collado: estocada trasera y caída, y descabello (vuelta al ruedo tras leve petición); y pinchazo hondo y descabello (oreja con algunas protestas).
José Garrido: tres pinchazos, media ligeramente tendida y tres descabellos (silencio tras aviso); y media baja y atravesada, y estocada (ovación).
En cuadrillas, Jesús Díez “Fini” se desmonteró en el sexto.
La plaza tuvo dos tercios de entrada en tarde primaveral.
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No fue tarde para amedrentarse. Una novillada de Fuente Ymbro, áspera y geniuda, con la que los espadas debían poner toda la carne en al asador para emocionar y convencer a unos tendidos ávidos de encontrar jóvenes promesas que apuesten, se la jueguen y muestren una actitud que denote sus ganas por llegar a lo más alto.
Y así, tal cual, estuvo hoy el debutante Román, valiente y suficiente a más no poder. No se escondió en ningún momento con dos astados nada fáciles, todo lo contrario, estuvo entregado y muy comprometido, a pesar de que la oreja que cortó al final no fue del todo rotunda.
Hizo una apuesta firme con su primero, un manso que se rajaría a las primeras de cambio y que, lejos de rehuir la pelea se defendió con malas ideas.
Faena emocionante por lo valiente y hasta temerario que estuvo el valenciano al hilo de las tablas, también por el nervio que puso y lo mucho que se la jugó ante un animal complicado de verdad, al que acabaría pegando muletazos nada fáciles de extraer. Se escapó de milagro de la cornada en las manoletinas finales.
El quinto fue novillo de armas tomar. Muy informal y distraído en los capotes, “hizo hilo” en banderillas y se movió rebrincado y con brusquedad en la muleta.
Román no se afligió, y tras brindar a la parroquia, estuvo nuevamente valentísimo, muy quieto y seguro, con arrojo y suma decisión. Faena de querer, no tanto de resolución artística, pero la actitud que mostró fue, sin duda, extraordinaria.
Ya está dicho que la oreja que paseó se antojó un tanto excesiva, fundamentalmente por la falta de contundencia con la espada.
Diéguez entró en San Isidro gracias a las dos buenas actuaciones del pasado verano en esta plaza, y aunque no pudo alcanzar el triunfo, sin embargo, dejó algunos apuntes en su blandenque primero.
Toreo de suavidad y cierta gracia a derechas en muletazos de uno en uno por la falta de motor del astado, que le obligó siempre a corregir la posición, por lo que la faena careció de ritmo y continuidad.
Meritorio fue también el aguante que mostró ante los parones de su antagonista, que lo llegó a lanzar por los aires en una espectacular voltereta.
El cuarto sembró el pánico al saltar al callejón por el burladero del “nueve”, hiriendo a un empleado de plaza. Resuelto este desafortunado episodio, Diéguez llevó a cabo una faena de largo metraje ante un novillo bronco y a la defensiva, que acabaría parándose.
Le gente venía con ganas de ver a Garrido después del triunfo en la tarde de su presentación en Madrid, el pasado 1 de mayo.
Su primero, en el que enseñó un variado repertorio capotero, fue novillo de codiciosas embestidas, al que no logró templar en una labor acelerada y un tanto desigual, ya que a pesar de algún que otro pasaje estimable, se dejó tropezar más de la cuenta, desarme incluido.
Espoleado por el triunfo del compañero anterior se fue Garrido a la puerta de toriles a recibir al sexto, manso sin disimulo, con tendencia a salirse suelto y refugiarse en tablas, con el que anduvo dispuesto y batallador, aunque sin poder brillar.