Padilla, raza, percance tremendo y premio
Luis Nieto
Diario De Sevilla
25 abril 2015
Tras salvar de rodillas, a portagayola, con una larga, la salida del toro que abría plaza, Padilla se hincó de hinojos para otras dos larga cambiadas. Ya de pie citó a la verónica, a pies juntos, y el toro embistió hacia él como una locomotora, se venció y casi lo mata. Le rasgó la taleguilla a la altura de la ingle. Milagrosamente no le empitonó. Las asistencias llegaron de inmediato. Tardó el jerezano en levantarse y la plaza, con el corazón encogido, estalló en una ovación cuando el torero se fue hacia tablas, tomó aire y se colocó un vaquero. El Pirata estaba vivo después de esa oleada gigantesca que le había envuelto. Y se encaramó como protagonista, con raza, en una tarde en la que se entregó de principio a fin para ganar el único trofeo en una tarde con un público entregado, que aplaudía con la misma fuerza tanto lo bueno como lo malo.
El primer jandilla, bajo, derribó en el primer encuentro a la cabalgadura, mal colocada. Padilla, tras haberse repuesto del terrible percance, prendió cuatro pares de banderillas con fortuna desigual. Tras un buen comienzo, genuflexo, con muletazos largos, la faena, a la que se sumó la música, se convirtió en una pelea, con la virtud de la ligazón en alguna serie y con falta de poso en otras ante las acometidas con recorrido del astado. El público estaba entregado, como el torero. En la ejecución de la estocada salió tropezado por el pecho. La espada quedó muy tendida, no hizo efecto y sumó hasta siete descabellos, por lo que se esfumó el posible trofeo. Un par de antitaurinos saltaron al ruedo, con el toro muerto, ya enganchado en las mulillas. La autoridad se los llevó. Lo que no entendía la mayoría es que los de seguridad de la plaza retiraran una pancarta en la que un grupo de aficionados pedía la vuelta de los toros a Cataluña.
Padilla, al que habían recompuesto la taleguilla con un vendaje, se las vio en segundo lugar con un ejemplar de buenas hechuras, que embestía bien. Tras otro tercio de banderillas sin gran brillo, la faena, que comenzó de rodillas, tuvo altibajos, con una tanda diestra con muletazos de calidad. La estocada entera y de efecto fulminante fue decisiva para que le concedieran el trofeo.
Miguel Abellán también se la jugó, frente a toriles, ante su primer oponente y en otra larga más. El trasteo, con el toro a menos, no levantó el vuelo preciso para que la parroquia se entusiasmara. Mató de una gran estocada.
El quinto, en comparación con el resto del encierro, era por su altura un pivot de la NBA. Suelto de salida, llegó a esperar en banderillas y resultó manejable tras la franela de Abellán, que brindó su faena a Manzanares. El madrileño concretó un trasteo a menos, con un epílogo al que el toro llegó totalmente apagado.
El Fandi estuvo espectacular y extraordinario en banderillas, especialmente en el que cerró plazaa. Con el tercero, del hierro de Fuente Ymbro, con un buen pitón derecho, El Fandi entusiasmó a la plaza en el segundo tercio. Tras el primer par libró una cornada al ser perseguido cuando entraba a un burladero. El segundo a la moviola -corriendo hacia atrás- fue muy ovacionado. Y otro, de dentro afuera, fue muy meritorio. La faena, sin embargo, extensa, no pasó de correcta. La cantidad de pases se impuso a la calidad.
Al largo sexto, lo recibió El Fandi con dos lopecinas junto a las rayas. Lo llevó magníficamente al caballo. Y en banderillas estuvo soberbio. En el par de la moviola recorrió en esta ocasión un cuarto de plaza con la potencia de un mercedes. En el último, jugueteó con el astado hasta ponerle una mano encima y hacer el ademán de frenarlo. Quedó clavado el toro. Y el público se levantó de los asientos como un resorte. Luego, el trasteo, que inició con un par de muletazos de rodillas, se vino abajo, como el toro, apagado, reventado tras tanta carrera.
El espectáculo, que ofreció muchos matices, tuvo como protagonista a Juan José Padilla, por su raza, por un desgraciado percance que afortunadamente no acabó en tragedia y por el premio que consiguió en el segundo, único trofeo de un entretenido festejo