Cayetana, un profundo amor por la Fiesta Nacional
Fernando Carrasco
ABC Sevilla
22 noviembre 2014
Era habitual verla en una barrera de una plaza de toros. Pero tanto en Sevilla y Madrid como en otras localidades de menor importancia. Porque Cayetana Fitz-James Stuart fue una gran aficionada a los toros. Y defensora a ultranza de la Fiesta Nacional. Siempre que tuvo oportunidad, no dudó en apoyarla, ya no solo con su presencia en los cosos, sino también en entrevistas y reportajes.
Una tradición que ha sabido inculcar a su familia. Admiradora de grandes toreros, siempre que su agenda se lo permitía solía ir a los toros para contemplar las faenas de figuras del toreo con las que tuvo mucha amistad. Incluso vivió la boda de su hija Eugenia, duquesa de Montoro, con el matador de toros Francisco Rivera Ordóñez, por el que sentía una gran devoción incluso después de divorciarse de Eugenia.
Pero esta fue, si se quiere, una de las últimas amistades que cultivó en el mundo de los toros. Porque desde que era joven le gustaba estar rodeada por matadores de toros a los que solía ver en los ruedos. Nunca ocultó su predilección por la dinastía de los Vázquez, Pepe Luis y Manolo. Con el primero de ellos mantuvo una prolongada amistad, y le causó un tremendo dolor su muerte en mayo de 2013.
Otro de los diestros de su preferencia fue el también sevillano Manolo González, torero de la llamada «escuela sevillana», como Pepe Luis. Su concepción del toreo siempre le llamó la atención.
Y es que Cayetana Fitz-James Stuart se convirtió, en cierta manera, en una embajadora de la Fiesta Nacional allá por donde iba. Y también en la perfecta anfitriona, pues nunca tuvo reparo en invitar a personalidades internacionales a una barrera de una plaza de toros. O acudir con ellas, por ejemplo, al palco de invitados de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
Famosa es la fotografía en la que la princesa de Mónaco Grace Kelly vio una corrida de toros en compañía de la duquesa de Alba, quien le explicó los pormenores de las distintas suertes. Otro de los toreros predilectos de Cayetana fue el onubense Miguel Báez «Litri», lo mismo que el hijo de este. Por ambos sintió verdadera admiración y los siguió allá por donde toreaban.
Curro Romero
Pero, sin lugar a dudas, la amistad más grande con un torero la tuvo con su idolatrado Curro Romero. El Faraón de Camas cautivó a Cayetana con su toreo y desde siempre ella se mostró como una ferviente admiradora. Esa devoción traspasó los ruedos, de tal forma que se convirtieron en inseparables junto con la esposa de Romero, Carmen Tello, amiga íntima de ella. Era habitual verlos juntos en distintos actos que se celebraban en la ciudad de Sevilla, tanto en honor a ella como al genial torero de Camas. De hecho, quizá seanCurro Romero y su esposa, Carmen Tello, quienes hayan sentido más la muerte de la duquesa de Alba.
Escribíamos antes de su exyerno, Francisco Rivera Ordóñez. Otro de sus toreros predilectos en estos últimos años, al que siguió mucho y disfrutó cuando toreaba la Goyesca de Ronda, lo mismo que su abuelo, la gran figura del toreo Antonio Ordóñez. Siempre defendió al padre de su nieta Cayetana, de tal forma que, cuando algunos compañeros suyos criticaron la concesión que se le hizo de la Medalla de las Bellas Artes, no dudó en defenderlo a capa y espada.
Y si sentía devoción por Francisco, no le iba a la zaga su admiración por su hermano Cayetano Rivera Ordóñez, otro de los diestros preferidos de la duquesa. También lo vio en muchas ocasiones cuando toreó en el coso de Ronda.
El mundo del rejoneo también era de su predilección. No en vano, la duquesa era una experta amazona que incluso llegó a hacer sus «pinitos» rejoneando. Trató mucho con los hermanos Ángel y Rafael Peralta; don Álvaro Domecq y Díez y su hijo Álvaro... Vivió y sintió la Fiesta Nacional como una aficionada más y disfrutó de muchas tardes de toros. Hoy, el toreo pierde a una de sus más entusiastas defensoras.