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Club Taurino Italiano

En tarde de valientes, Paco Ureña se destapa con una faena de gran clase

 

José Antonio Del Moral

4-10-2015

www.detorosenlibertad.com

 

La preciosa obra la llevó a cabo frente al sexto toro de Adolfo Martín, el único de los seis que resultó noble en la muleta. El murciano toreó con una lentitud quintaesenciada que nuca le habíamos visto y conmocionó a cuantos tuvimos la suerte de estar presentes en Las Ventas. Desgraciadamente, falló con la espada lo que le privó de salir a hombros por la Puerta Grande.

 

Madrid. Plaza de Las Ventas. Domingo 4 de octubre de 2015. Tarde nublada, muy fresca y amenazante con más de tres cuartos de entrada.

Seis toros de Adolfo Martín muy bien presentados en el tipo y con el pelaje característicos de su encaste. Salvo el que cerró el festejo, solo dieron buen juego en los primeros tercios en distintos grados de fuerza y acometividad. Luego resultaron muy duros y difíciles.

Rafaelillo (marino y oro: Pinchazo y buena estocada, gran ovación. Pinchazo y estocada trasera tendida, ovación. Fernando Robleño (blanco y plata): Pinchazo y estocada caída trasera, silencio. Buena estocada, silencio. Paco Ureña (rosa y oro): Pinchazo en la suerte de recibir del que salió tropezado con un pitón y gran volapié, enorme ovación.  Pinchazo, bajonazo atravesado que hizo guardia y estocada, aviso y vuelta clamorosa.

Rafaelillo anduvo toda la tarde a la altura de la fama que se ha ganado a pulso hasta situarse en la cima de los especialistas en corridas duras y difíciles. Experto en la brega durante los primeros tercios se hizo con el primer toro que pasó de adormecido a repentina y ostensiblemente peligroso en una actuación a la antigua usanza que encantó a los espectadores.  Al muy ofensivo y feamente encornado cuarto lo recibió con emocionantes verónicas semigenuflexo. El toro fue muy bien picado por Agustín Collado y bien banderilleado por José Mora. La faena resultó emocionante porque este marrajo solamente pasó en el primer o en el segundo viaje de cada tanda, por ambos lados y Rafaelillo, siempre dispuesto, se jugó la cornada en varias ocasiones hasta que murió.

Fernando Robleño, tuvo que abreviar su intento de lucirse frente al peor de la tarde que hizo de segundo. La cortedad de sus viajes ya la había demostrado en el recibo con el capote. Engañó en el quite por chicuelinas de Paco Ureña y en los buenos pares de banderillas que puso Raúl Ruíz. Pero luego no tuvo ni un solo pase. El imponente y veleto quinto se emplazó de salida y tuvo que salir Robleño a pararlo en los medios. Fue un bravo equívoco en varas por ir al caballo desde lejos en el segundo puyazo. Y también en el tercio de banderillas que cubrió magistralmente el peón Jesús Romero. En la brega también pareció mejor de lo que fue en la muleta. Tardón y buscador de femorales en los segundos y terceros medios viajes que tuvo en la muleta. Robleño insistió demasiado hasta ponerse pesado y aunque mató de buena estocada, su labor fue silenciada.

Paco Ureña sorprendió para bien en su recibo por estupendas verónicas al tercer toro, un animal de espectacular encornadura por muy cornipaso. Fue muy bravo en el primer puyazo y en apariencia noble y encastado hasta llegar el tercio de banderillas.  Por cierto muy lucido a cargo de Azuquita. En la muleta resultó más manejable en la corta distancia que en la larga.  Pero muy incierto y sin acabar de seguir el engaño. Medios y pases hasta que empezó a pararse. Ureña resultó alcanzado en la faena y al entrar a matar, con sensación de estar herido. Una vez arrastrado el animal, y saludar la gran ovación que recibió, el murciano pasó por su pie a la enfermería. De la que salió para lidiar al sexto y último de la tarde.

Contrariamente a sus hermanos anteriores, este toro no dio buen juego en el primer tercio. Pero sí en la muleta pese a la tremenda voltereta que sufrió Ureña en el arranque de su faena por el lado derecho. El matador continuó evidentemente maltrecho aunque muy decidido y muy sereno hasta el punto de cuajar estupendos y muy templados redondos. Pero fue al natural cuando la faena estalló pluscuamperfecta y templadísima hasta cerrarla con preciosos ayudados por bajo. Con el público totalmente entregado llegó el momento de matar y, desgraciadamente, falló con la espada en los dos primeros envites. Pinchazo, espadazo atravesado y estocada. No pudo pasear las dos orejas que de seguro le habrían concedido. Pero si completar una clamorosa vuelta al ruedo. Pese al fallo a espadas, muchos espectadores salieron de la plaza encantados, asombrados y emocionados. Ver torear como lo hizo Paco Ureña no es frecuente.

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