Mazo de mansedumbre
POR MANUEL SAGÜÉS
Lunes, 13 de Julio de 2015
PAMPLONA - Todo un mazazo de mansedumbre supuso el regreso de la ganadería de Conde de la Corte a la Feria del Toro después de 27 años. El escaparate traído por Poli Sáinz de la Maza hasta la vieja Iruña fue digno de la feria, mas lo huero de bravura y de pujante movilidad le supondrá, casi seguro y otra vez, su ausencia por estos lares durante un puñado de años. Una verdadera pena. Además, la terna formada por Eugenio de Mora, Antonio Nazaré y Juan del Álamo era un gran reclamo para los más aficionados. Del toledano por su nueva etapa de madurez y de Del Álamo por su rotundidad en Madrid. El sevillano Nazaré también justificaba su presencia. Los tres coletudos lo intentaron. Incluso, Eugenio de Mora cortó una oreja, aunque fuera de escaso peso, tras una clásica y meritoria puesta en escena ante Costurito, el primero del Conde de la Maza. Se auguraban emociones y bonitas peleas. Y no fue así. Al contrario, todos los siguientes toros dieron una catequesis de descastamiento. Los torazos fueron abantos, alguno quiso saltar el maderamen, no humillaron y tuvieron corto, deslucido e, incluso, peligroso viaje. Vamos, un desparrame de males muy contrarios a la bravura. Triste ver algunos trotes cochineros mirando al tendido.
Como hemos dicho, Eugenio de Mora obtuvo el único trofeo de la función de ese Costurito que abrió plaza. El condelamaza salió abanto hacia la solanera e intentó tomar el olivo. Sí cumplió, como también lo hizo alguno de sus hermanos, ante los de la pirámide cortante con la cara a media altura pero con fijeza y metiendo los riñones. En la muleta se empleó con potable movilidad, pero otra vez sin humillar. Eugenio de Mora planteó la faena de muleta donde Costurito quería. No fue mala la elección, pues, la del tercio del tendido 7. Allí se fue el toro después de un saludo de hinojos y de redaños. La faena tuvo intermitencias, unas veces porque los punteos del toro hacia arriba pillaron el engaño del torero y otras porque el corto recorrido del toro no permitía tandas de entidad. El broche de la manufactura fue de nuevo de rodillas y una buena estocada. Cuando todo parecía que la cosa iba a quedar en una ovación de reconocimiento a la serena capacidad del toledano, se empezaron a blandir pañuelos. No fue una petición mayoritaria, pero el palco se mostró muy generoso y la concedió. Quizá toda esta historia de De Mora, Costurito y el palquero Cabasés fuera solo una declaración de que el listón iba a estar bajo para el bien de la mano de obra, más modesta que otros días, y por vérselas ante unos toracos de casta antigua y colosal trapío. Bueno... no está mal el planteamiento, mas ese listón enseguida cayó y ya no hizo falta ni volverlo a colocar en sitio alguno.
Ondulado, Melonito, Albardón, Cerrado y Cocherón, los cinco restantes del lote sevillano fueron la antítesis del lucimiento: el suyo y el de los toreros. Eugenio de Mora sí supo aplicar un trajín efectivo al manso Albardón.
Nazaré puso todo el entusiasmo para abrir faena a Ondulado. Lo demás, fueron gañafones, algunos corrupios y de instinto asesino. Juan del Álamo topó con el lote más lamentable: Melonito y Chocherón. La misión era imposible hasta para jugarse la vida. Ni merecía la pena.
LOS TOROS
Ganadería. Seis toros cinqueños de Conde de la Maza. Bien presentados en conjunto, pero con algún toro fuera de tipo y basto. Mansos y descastados. Manejable sin humillar el primero.
Deslucidísimo el 3º.
LOS TOREROS
Eugenio de Mora. Estocada (oreja). En el cuarto, media tendida y caída (silencio).
Antonio Nazaré. Media estocada atravesada y el toro se echa (silencio). En el 5º, estocada trasera y tendida y 6 descabellos (silencio).
Juan del Álamo. Dos feos pinchazos y descabello (silencio). En el 6ª, media estocada desprendida y descabello (silencio).
LAS GRADAS
Presidencia. Generosa a cargo de Iñaki Cabasés, asesorado por Fernando Moreno y Pilar Navarro.
Ambiente. Casi lleno en los tendidos y temperatura veraniega agradable.