Roca Rey en versión tsunami y Perera en figura
Patricia Navarro
La Razòn
13 julio 2016
San Fermín (Pamplona). Novena de feria. Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, bien presentados. El 1º, rebrincado y brutote; el 2º, humilla pero suelta la cara; el 3º, movilidad aunque protestón; el 4º, encastado y de buen juego; el 5º, manejable; el 6º, movilidad pero derrotón y sin entrega. Lleno en los tendidos.
Sebastián Castella, de grana y oro, media baja, descabello (silencio); media, descabello (oreja).
Miguel Ángel Perera, de verde hoja y oro, pinchazo, media, dos descabellos (saludos); pinchazo, estocada desprendida (saludos).
Roca Rey, de azul marino y oro, estocada caída (dos orejas); media, dos descabellos (ovación).
El corazón no daba para tantos sustos. Y más con la sicosis que nos ha dejado la muerte de Víctor a muchos. Una imagen indeleble, el saber que el milagro no nos salva siempre a última hora a modo de resurrección. Sufrimos con un Perera importantísimo, que logró eso que es tan difícil que es mejorar al toro, que humillaba pero soltaba la cara, le faltaba entrega y ritmo en el viaje a ese segundo. Y Perera se la impuso. Mando, suavidad y un temple descomunal para hacer el toreo. Y el toreo vino con premio gordo, el sustazo. Horrible le cogió. Pero esta vez sí hubo milagro. Esta vez sí ocurrió. Volvió a la cara del Cuvillo y la tanda de derechazos fue descomunal. Plena. Perfecta y rotunda. La espada no entró y cambió los resultados pero estuvo inmenso el extremeño. Disposición apuntó con el manejable quinto, aunque menos rotundo que en el anterior, sin la menor fisura. Entrega total.
Roca Rey no nos dejó aliento. Qué tipo este. Qué 19 años. Se cruzaba el toro por el izquierdo. Se cruzaba la misma vida. Con el capote ocurrió ya. Y Rey no se aflige, no siente ni padece. Qué meritazo. Se repuso. Se puso. Lo clavó, con el capote entonces, y siguió con la normalidad de lo que no es normal. Y así con la muleta. Embestía el toro por abajo, pero soltaba la cara, no era todo tan sencillo como podía parecer. Roca Rey se muestra tan impávido ante el desenlace que convierte cada trance en un suspiro. Entre miedo y admiración deambulamos por la faena. Cogida incluida. Sorpresa incluida al pasarse el toro por la espalda en el remate y la gente reaccionó al unísono en pie. Bárbaro el torero y los dos trofeos. La Puerta Grande. Triunfo. Se le esperaba al sexto de nuevo. Y el Cuvillo tuvo movilidad pero muy derrotón y sin entrega. La faena fue pero sin las florituras de la que había firmado antes y la cosa quedó más desapercibida.
Castella anduvo correcto con un primero rebrincado y brutote y desplegó todo el repertorio con un cuarto encastado pero de buen juego, con fondo bueno para responder allá donde quería viajar la muleta. Iba uno y otro. Variedad que le valió un trofeo.
A hombros se fue Roca Rey. Dos de dos en este San Fermín. El tsunami viene del Perú.