CTI

Club Taurino Italiano

Un toro de bandera

 

Domingo Delgado de la Cámara

Sevilla, 22 abril 2015

 

Cuando después de casi tres horas de corrida, nos estábamos lamentando de lo baja de raza que estaba saliendo la corrida de Don Juan Pedro Domecq, y lo mal que está de casta la cabaña brava en general, en sexto lugar salió “Flechillo”. Y “Flechillo” acabó con el cuadro. Un toro tan bravo merece una reseña completa: “Flechillo”, número 73, negro mulato listón, de 515 kilos de peso y nacido en diciembre de 2009.

En cuanto salió, remató en tablas y se comió el capote embistiendo por abajo. Derribó en el primer encuentro y apretó en el caballo. Galopó en banderillas y llegó al último tercio repitiendo con casta y alegría. Era el clásico toro que encumbra al hombre con el valor suficiente para someterle, pero con el que fracasa quien no tiene un valor sobrehumano. Afortunadamente, las vacas siguen pariendo toros de este porte, que llenan el ruedo de emoción con su embestida vibrante.

Y me acordé de aquella frase que dijo Juan Belmonte hace ya muchos años: “¡que Dios te libre de un toro bravo!”. Fue José Garrido quien tuvo la desgracia de toparse con él. Y precisamente el día de su alternativa. En primer lugar se encontró con un toro bravito pero sin fuerza, con el que no hubo entendimiento. Se le agradeció la buena voluntad, a pesar de todo. Pero en sexto lugar salió “Flechillo”…El toro exigía manos bajas y firmes. No admitía dudas y había que llevarlo por abajo y hasta el final. Garrido no se decidió a hacer todo esto. Daba los muletazos cortos y sin bajar la mano, siempre muy deprisa, siempre yéndose. El resultado es que el toro lo terminó desbordando en cada serie. “Se le ha subío a lo arto”, dijo un sevillano castizo cerca de nosotros. Si hubiera sido capaz de bajar la mano y llevarlo largo sin dudar, este toro hubiera metido a Garrido en el Olimpo de las figuras. Se trata de ese toro decisivo en el momento decisivo, que te pone en las ferias y te hace rico. Eso sí, ¿cuántos son capaces de ganarle un órdago a ese bicho?, se cuentan con los dedos de una mano y sobran dedos. Y más sabiendo que cómo te coja, te parte, ese no perdona. Por eso hay tan pocas figuras del toreo. Después de un bajonazo, Doña Anabel Moreno negó una oreja solamente pedida por una minoría. Vuelta al ruedo de consolación. Este toro ha puesto en entredicho todo el crédito que ganó Garrido de novillero merecidamente. Ahora hay que partir de cero, volver a empezar. El toro hubiera merecido la vuelta al ruedo, pero lamentablemente, este tipo de galardones, siempre están vinculados al éxito del torero. No debería ser así, pero así es.

Sebastián Castella tuvo un primero muy noble y con calidad, pero también muy soso. Además en el cuarto muletazo de la serie ya se paraba. Había que saber administrar muy bien tiempos y fuerzas. Vimos a Castella menos atacado que habitualmente. Supo medir las series y dar su sitio al toro. Faena paciente, limpia y bien construida. Como se le dio la lidia adecuada, pareció el toro mejor de lo que era en realidad. Sebastián tenía una oreja bien ganada, que se fue al garete por el mal uso de la espada. Pinchó muchas veces por no cruzar y dejar el brazo atrás. El quinto fue muy bien picado por José Doblado y muy bien banderilleado por José Chacón. Pero hasta aquí llegó la alegría. El toro se rajó en los primeros compases de la faena de muleta, no había nada más que hacer.

El primer toro de Enrique Ponce fue muy deslucido, topaba sin humillar. Además tenía guasita. Ponce tampoco estuvo fino con él. Hace años, hubiera hecho encaje de bolillos, pero ya no. Y es que veinticinco años de alternativa son muchos, hasta para Ponce. En cuarto lugar lidió un sobrero de El Pilar con muy poca cosa dentro. Era un toro blando y soso, pero sin peligro ninguno. Con este toro estuvo muy bien, se inventó la faena, sacando pases largos y templados con esa técnica tan suya. Nadie se lo agradeció. Extraña la psicología del público de toros, tan dadivoso con unos y tan tacaño con otros. Hasta estando a medio gas, Ponce es más torero que casi todos. Dentro de poco, le echaremos de menos.

 

 

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