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Club Taurino Italiano

Ni fieras ni maravilla, la tarde en blanco y rojo

 

Patricia Navarro

La Razon, 10 julio 2017

http://www.larazon.es

 

 

Pamplona. Sexta de la Feria de San Fermín. Se lidiaron toros de Fuente Ymbro, muy serios de presentación en su conjunto. El 1º, sobrero del mismo hierro, orientado y con peligro; el 2º, peligroso; el 3º, noble y humilla pero le falta un tranco; el 4º, mirón, a la espera y deslucido; el 5º, incierto y sin ritmo; y el 6º, deslucido. Lleno en los tendidos.

Juan José Padilla, de azul cielo y oro, media estocada, descabello (silencio); pinchazo, estocada (silencio).

El Fandi, de azul marino y oro, estocada (silencio); pinchazo hondo, aviso, tres descabellos (saludos).

Escribano, de berenjena y azabache, aviso, dos pinchazos (saludos); dos pinchazos, aviso, estocada (silencio).

 

 

Duró la cosa un suspiro. Quién lo diría. Después de todo lo caminado, trotado, a eso de las ocho de la mañana y en medio de la expectación general. El “Soplón” de Fuente Ymbro salió al ruedo de la Misericordia con tanto ímpetu, con esas ganas de comerse el mundo y de puro ansioso, se estampó contra el burladero, el primerito, se partió un pitón por la cepa y se quedó más para allá que para acá. Remontó la coordinación pero era de decoro volver a corrales. Al sobrero del mismo hierro le recibió Juan José Padilla con una larga cambiada en el tercio y de rodillas y la terna al completo le puso banderillas, otra cosa fue cuando llegó el momento de ¡dejadme solo! y el toro se orientó de veras. No había manera de meterle mano y tener claro a la vez que ibas a salir indemne del trance. Abrevió Padilla. Y lo agradecimos. Tampoco fue faena larga la del cuarto, que era mirón y eso pesaba pero luego tomaba el engaño sin ímpetu ninguno y deslucidote. Anduvo Juan José por la cara del toro, justificándose, poco que rascar en su feria sanferminera.

También se fue ligero El Fandi con el segundo. “Perdigón” en dos y tres ocasiones cogió la línea recta hacia el torero con tremenda facilidad y ese inacabable e inabarcable metro que tenía el fuenteymbro de pitón a pitón restaba oxígeno a lo que ocurría en el ruedo. Rápido y hábil el de Granada con los aceros. Milagroso fue que El Fandi se salvara del zarpazo que le dio el quinto cuando hacía un quite. Abrazo infernal del toro con pitón de acero. Se enervó Fandi y banderilleó con garra. Rugía Pamplona. De rodillas el comienzo de faena de muleta y mantuvo el interés después en afanosa faena.

A la puerta de los miedos, desafiante, se fue Escribano a recibir a “Zorrero”, el tercer toro de la tarde. Había una historia que contar. Puso todo de su parte el sevillano, que estuvo a merced del toro en la suerte de varas. Quitó y banderillas a seis manos. Luego retomaría su individualidad. Tiró de valor el sevillano y anduvo muy centrado sobre todo en la primera parte de lo que acabó por ser una extensísima faena. Colocaba bien la cara el toro y tenía el punto de nobleza que le había faltado a los dos anteriores, pero también un tranco para que el viaje tuviera largura. Se esmeró Escribano. Y también se pasó de faena queriendo meter en ella de todo. Sonó un aviso cuando andaba por manoletinas. Los dos pinchazos con los que cayó el toraco, qué cosas, le quitaron el premio. A toriles se fue otra vez en el sexto. Meritazo. Y le saltó por encima el toro. Le siguieron unas cuantas largas cambiadas ya en el tercio. Le cerró después las puertas del éxito a cal y canto. Desentendido, sin furia ni entrega, nada de nada tenía dentro este fuenteymbro que permitiera a Escribano sacar adelante la tarde. Y así se nos fue, ni Padilla que aquí es rey, ni el amor propio del sevillano, lo rozó Fandi, a un paso del trofeo y a medio de la cogida. La tarde se esfumó. Eso sí, en blanco y rojo

 

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