El milagro contra natura de Rehuelga
Zabala de la Serna
El Mundo, 8 de junio 2017
Rafael Buendía debuta con una corrida muy grande, completa en su conjunto -tres toros de nota- y tristemente remendada, pero recompensada por una incomprensible vuelta al ruedo en el arrastre al buen quinto; Fernando Robleño, Alberto Aguilar y Pérez Mota se van de vacío.
Los santacolomas de Buendía, todos cinqueños, un encaste en origen tan terciado, traían peso y volúmenes alucinantes. Especialmente los tres últimos. Que embistiesen fue un milagro contra natura. Feliz para el ganadero que debutaba con una corrida -tristemente remendada por decisión veterinaria y presidencial y luego recompensada por un pañuelo azul improcedente-, feliz para la afición y tristemente poco o nada feliz para los toreros.
Al final, Rafael Buendía daba gracias entre lágrimas a la Virgen del Rocío, su mayoral saludaba reverencialmente y el público batía palmas con sincero entusiasmo. Un éxito magnífico para Santa Coloma y una losa para todo el que críe santacolomas en su tipo.
Las Ventas on Vimeo.Las perchas de Perlasnegras, tan desarrolladas y astifinísimas, causaban asombro. Cuando colgó del pitón a Pérez Mota en el volapié, resultó inaudito que su muslo escapase intacto como el brazo incorrupto de Santa Teresa. Eran el tercer envite y el tercer toro. Cárdeno, guapo y de una prontitud chispeante. Mota lo lució en el caballo. Y luego también lo supo enseñar en la muleta. Muy torero el principio de faena. Como la colocación con la mano derecha, siempre tan enfrontilada y generosa, y la expresión pretendida. Perlasnegras acudía pronto, con buen embroque, notable nobleza, sin terminar de humillar pero con recorrido. A últimas todavía el personal le pidió al jerezano metros y Perlasnegras se venía aún a la voz. Los pinchazos dejaron al torero sin la ovación que sí escuchó el santacoloma.
Mas los 608 kilos del cuarto, que lucía un lucero estrellado en la testuz y un cuajo desproporcionado, se hacían de un peso superior en la muleta. Y no sólo por su tonelaje. Fernando Robleño, cuyo esfuerzo había pasado de puntillas con el sordo peligro del remiendo de San Martín, anduvo serio con aquella bondad que ni acababa de decir mucho ni de irse del todo de la muleta. Costaba pasar tanto volumen. Robleño se encasquilló con el descabello tras una estocada atravesada y suelta que se escupió.
Una ovación atronadora entregó la afición al quinto, un toraco de 647 kilos. Como aplaudir a un caniche con hechuras de mastín. Qué lejos los buendía de los días de gloria del maestro Camino en los 60. Y de los que tantas veces rindieron Bilbao. La diferencia de escalas con Alberto Aguilar, que en el más fino segundo apenas pudo disfrutar de las dos series, se hacía abisal. El inmenso santacoloma se movió. Y éste no era el único milagro, sino que se movió con bien. Empujó con bravura en el caballo. La cara abajo. También en la muleta. De ahí a la vuelta en el arrastre que premiaba a Liebre y sepultaba a Aguilar distaba un abismo. Increíble el pañuelo azul, que nadie había exigido, para un buen toro a secas. Empatándolo con Hebreo de Jandilla. Una coña, un cachondeo, una falta de seriedad que asusta. Entonces, ¿toros como Inclusero de Domingo Hernández y otra media docena de ellos superiores a Liebre, qué? La faena del madrileño creció una vez recuperado de un pitonazo en el muslo. De menos a más el acople. Siempre en la media distancia. La petición de oreja no cuajó; para Liebre no hubo. El usía Jesús María Gómez acababa de rebasar a su compañero Javier Cano en la clasificación de desmanes isidriles.
Cerró la corrida Coquinero. Más asaltillado. Cualitativamente el más notable de una corrida en conjunto completa. Por su modo amexicanado de embestir por el izquierdo. Pérez Mota expresó sus formas con el tope de quien apenas torea. El público ya se había inclinado por el toro antes de su muerte. Aun cuando en sus finales se desentendía, el embroque previo se hacía lujoso. Otro toro bueno en un sexteto que no alumbró el toro extraordinario.
REHUELGA | Fernando Robleño, Alberto Aguilar y Pérez Mota
Monumental de las Ventas. Miércoles, 7 de junio de 2017. Vigésimo octava de feria. Más de media entrada. Toros de Rehuelga, todos cinqueños, muy serios y cuajados fuera de su tipo; bueno el 5º, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre; de pronta bravura el 3º; de mucha calidad el 6; y uno de San Martín, de sordo peligro.
Fernando Robleño, de sangre de toro y azabache. Dos pinchazos y estocada (silencio). En el cuarto, estocada travesada que escupe y seis descabellos. Aviso (silencio).
Alberto Aguilar, de rosa y oro. Pinchazo y estocada atravesada (silencio). En el quinto, estocada (saludos).
Pérez Mota, de tabaco y oro. Dos pinchazos y estocada (silencio). En el sexto, pinchazo y estocada (silencio).