Inapelable apoteosis de Alberto López Simón
José Antonio Del Moral
7 julio 2015
3ª de San Fermín en Pamplona. Inapelable apoteosis de Alberto López Simón
Plaza de toros de Pamplona. Martes, 7 de julio de 2015. Tercera de feria. Calor inaguantable y llenazo.
Seis toros de Jandilla, superiormente presentados y de vario juego. Aunque le costó humillar, el manejable primero fue mejorable. Aunque irregularmente cabeceante, muy manejable el segundo. Excelente para la muleta el también bravo y encastado quinto. Un gran toro. Inédito el fatalmente lidiado cuarto. Muy deslucido el quinto. Malo el sexto aunque terminó sometido por su matador.
Juan José Padilla (palo de rosa y oro): Estocada baja tendida, silencio ruidoso. Pinchazo, corta trasera, estocada y descabello, aviso y silencio. Pepe Moral (marino y oro): Pinchazo y estocada muy trasera y muy tendida con cinco descabellos, aviso y silencio ruidoso tras pitos por fallar tanto con los aceros. Media estocada con vómito, aviso y palmas. Alberto López Simón (almirante y oro): Gran estocada, oreja e incomprensible negativa a dar la segunda. Un grave error del asesor del Alcalde. Para destituirle. Gran estocada, dos orejas. Salió a hombros por la Puerta Grande en medio de un clamor indescriptible.
El primer síntoma en relación con los toros de los cambios políticos en Navarra y más concretamente en Pamplona, empezaron en el paseíllo de la primera corrida de la feria, la novillada. Ya nos hemos enterado de por qué los tres matadores y sus cuadrillas hicieron el paseo descubiertos. Los altavoces no explicaron nada y ninguno de los que estaban a mi alrededor supieron darme alguna explicación. ¿Se había muerto alguien?, nos preguntamos varios. Nada. Ni pio. Fue ayer en el Diario de Navarra donde lo explicaron. Hicieron el paseo descubiertos en protesta por los ataques que está padeciendo la Fiesta. Un notable gesto de los actuantes que careció de trascendencia en el ruedo, sencilla y llanamente dicho porque, supongo que por prudencia, debieron darse órdenes de que no se explicaran las razones de esta actitud de los toreros.
O sea, por miedo. O sea, que fue un primer síntoma de la pérdida de las libertades en Navarra. Mal asunto.
Pero peor fueron los síntomas que percibimos muchos durante la mañana del día siguiente. 7 de julio. Festividad de San Fermín. Para empezar, mientras nos dirigíamos a presenciar la procesión de Santo, observamos lo sucias que todavía estaban las calles y las aceras como consecuencia de la habitual jarana de la noche anterior. Ya eran las 10 de la mañana. El año pasado y los cuarenta y nueve anteriores que llevo en el cuerpo, jamás a esa hora vimos un solo papel en el suelo de las calles. Las dejaban como patenas muy temprano. Ya veremos qué pasa en las nueve mañanas que nos quedan de feria.
Tenía curiosidad por comprobar si el nuevo Alcalde y los munícipes vestirían de frac y chistera en la procesión de San Fermín. Una procesión llena de tradiciones que jamás se incumplieron. Nos llevamos una alegría viendo que vistieron como siempre. Pero enseguida supimos que el Alcalde de Bildu no entró a oír misa en la Capilla del Santo como es o era preceptivo, independientemente de creencias o descreencias particulares. Claro que, durante la procesión, no cesó de producirse una peculiar división de opiniones al paso de Alcalde. Unos pocos le aplaudieron y varios le gritaron “campora” o le pitaron. Nunca había ocurrido esto en Pamplona.
Llegada la tarde y el inicio de la corrida, al aparecer el nuevo Alcalde en el palco presidencial, tuvo que aguantar una bronca descomunal de los que estábamos en sombra mientras los sol aplaudían sin que se pudieran escuchar sus palmas. Estaba cantado que así ocurriría este año.
El paseíllo se hizo entre gritos de “illa illa illa, Padilla Maravilla”. Los tres matadores y sus cuadrillas lo hicieron descubiertos, ya sabemos por qué aunque los altavoces callaron de nuevo…
Así estaba el ambiente. Y en chiqueros, un corridón de Jandilla. Habían hecho un encierro muy rápido con tres heridos de poca gravedad. No como otras veces.
El primer toro, un descarado colorao, salió con pies hasta pararse delante de un burladero, distraerse de inmediato y escarbar. Fue un peón quien intentó pararlo saliendo disparado hacia Padilla que se libró de milagro. Ni un lance formal pudo pegarle el jerezano al burel. Peleó con bravura en el primer puyazo y le dieron estopa. Padilla quitó por chicuelinas jaleadas. El animal pareció haber mejorado como vimos en la brega. Le aliviaron el segundo. Padilla banderilleó en solitario como acostumbra. Se la jugó el jerezano en el primer par. Sobrado en el segundo de poder a poder aunque sin asomarse al balcón. Y el tercero al violín saliendo desde el estribo. Lo clavó tan fuerte que el toro cayó a la arena al sentirse herido. Brindó al público. La faena empezó por alto con la derecha y el de pecho. Manejable el animal. Abierto al tercio, intentó torear en redondo. Desigual en el templar y muy por las afueras, resultó desarmado. Muy desconfiado continuó con la izquierda. El toro no humilló y la cosa no tomó vuelo en ningún momento. Y el toro a peor, dueño de la situación. Lo malo es que este animal se hubiera dejado en otras manos mejores. Lo mató de estocada baja tendida. No pudo ni saludar.
Colorao, bragado y chorreado fue el cuarto. Muy cuajado y serio. Salió suelto. Larga de rodillas en tablas de Padilla que volvió a estar desconfiado en su posterior intervención con el capote. Mal picado cumpliendo en el primer encuentro. Padilla, inhibido totalmente. Se defendió el animal en el segundo. Fue duramente castigado. Banderillearon como pudieron los peones. Padilla hizo como que quería sin querer de verdad. Al toro, además, se lo habían dejado a modo en el caballo. La comedia duró bastante. Pero la gente no tragó. Tardó la intemerata para entrar a matar dando una penosa impresión y cuando lo hizo, pinchó saliendo aterrorizado al perseguirle el animal. Otro pinchazo hondo muy trasero no fue suficiente y tuvo que volver a entrar a matar, esta vez más decidido y con suerte y todo acabó con un descabello.
El segundo toro, de pelo burraco, salió suelto del capote de Pepe Moral. Pero de seguido lo sometió por verónicas de muy buen trazo. Aunque a regañadientes, el toro metió la cara. Le simularon el primer puyazo y Pepe le hizo un quite por chicuelinas rematado con media buena. López Simón las mejoró en el suyo tras otra simulación en el segundo encuentro. Imprecisiones en el tercio de banderillas. Brindis al público. Pepe Moral empezó la faena en los medio con cambios a derecha y continuó por el mismo pitón por redondos que el animal tomó con cabeceante informalidad. Dispuesto y bien el torero en la segunda y en la tercera ronda. No así en la primera con la izquierda. Algo mejor la segunda. Y vuelta al mejor lado aunque ya con el toro venido a menos y defendiéndose más por arriba. Curiosamente, lo mejor llegó después de nuevo por naturales aunque al insistir sobrevinieron feos enganchones. Falló repetidamente con los aceros.
Pepe Moral ganó terreno a la verónica en su recibo al muy aparatoso de cuerna quinto. Negro de pelo y sin fuerza. Le pegaron en el primer puyazo y perdió las manos. Le volvieron a dar estopa en el segundo. Costó banderillearlo por lo mucho que esperó y se defendió. Pepe empezó muy firme su faena por alto y en redondo sin que el animal rompiera aunque se dejó. Fue más difícil por el pitón izquierdo y Pepe tuvo que tragar quina. Cuando volvió a la derecha, el valor del torero tuvo más respuesta del público que de su oponente. Fue inútil seguir jugándose el pellejo. Lo mató pronto y eficazmente.
Muy aparatoso de cuerna el castaño tercero que echó las manos por delante al capote de López Simón. Bravo el toro en el primer puyazo. Y cortito en el apenas apuntado quite del matador. Le simularon el segundo. Bien César del Puerto en banderillas. Aunque no brindó la faena a nadie, la inició muy bien por estatuarios, cambio y de pecho. Y la continuó mejor por excelentes redondos, cambios y pectorales. Como también al natural. Se descalzó para seguir por redondos muy ajustado ligando al de pecho sin enmienda. Los cambios por la espalda los ligó a más naturales y ayudados por alto. Terminó jugándose todo de rosillas, bernardinas, el de pecho y ayudados por bajo. Valor, cabeza, temple y muy buenas maneras. Una gran estocada entrando por derecho le llevó a la gloria aunque un estúpido asesor del Alcalde le obligó a no dar la segunda. Una vergüenza. A este sujeto habría que impedirle que volviera a subir al palco.
Espectacular y alegre la salida del imponente sexto. Suelto del primer lance a pies juntos de Alberto. Lo fijó con parecidos lances y una chicuelina. Bien el picador midiendo el castigo. No hubo quites. El toro esperó mucho en palos y no paró de escarbar. Fue difícil de banderillear. Y, oh sorpresa, lo brindó. Nadie salvo el torero sabíamos que a base de firmeza y de temple, ambas cualidades en grado superlativo, iban a convertir lo que nos pareció iba a ser un vino amargo en un dulce oloroso. En los estatuarios, en los redondos y en los naturales… Se metió al toro y al público en el bolsillo. Imposible hacer más ni mejor con un animal tan poco propicio. Ahora mismo proclamo que este Alberto López Simón es un fuera de serie. Cuidado con él. Otra gran estocada le dio la victoria inapelable. Esta vez, el nefasto asesor no convenció al Alcalde que le dio las dos en medio de un clamor indescriptible. En pureza, las dos mejor ganadas habrían sido las de su primer toro. Pero es igual. Nadie se movió de sus asientos hasta que dio una segunda vuelta a hombros para verle salir de tal guisa por la puerta grande. Hacía mucho tiempo que no veíamos ni gozábamos en Pamplona con un triunfo tan apoteósico e indiscutible.