Oreja de mérito para Manuel Escribano en San Isidro
Andrés Amoròs
4 junio 2015, ABC
Logró el trofeo con uno de los mejores toros de la corrida de Adolfo Martín en tarde de mucha expectación
Los aficionados madrileños siguen rumiando el fiasco de la corrida de Beneficencia. No es válida la excusa de que los toros pesaban mucho: el primero, sólo 490 kilos, se movió mucho, fue noble y no le cortaron las orejas. Por cierto, que, del cuarto toro al primero, había una diferencia de casi 200 kilos: aunque yo no le dé gran importancia al peso, parece demasiado. ¿Es eso una corrida pareja? Sin toros fuertes, que transmitan emoción, no lograron sacar del aburrimiento al público de Las Ventas ni El Juli ni Perera: deben meditarlo.
Los toros de Adolfo Martín se mueven entre 475 y 516 kilos pero son serios, encastados. Sólo se prestan al triunfo el cuarto, en el que Urdiales dibuja buenos muletazos, y el sexto, al que Escribano corta una oreja.
El primero se mueve; va bien por la derecha pero se para pronto. Urdiales traza algunos buenos muletazos pero no logra redondear la faena. En el cuarto, que se apaga, con inteligencia, Diego aprovecha su nobleza para dibujar preciosos derechazos: alguno, lentísimo, componiendo la figura. Con habilidad, receta una buena estocada. El toro se traga la muerte, en un hermoso final. (Recuerdo a Miguel Hernández: «El toro sabe al fin de la corrida / en que prueba su chorro repentino / que el sabor de la muerte es el de un vino / que el equilibrio impide de la vida»). El público agradece la torería de Urdiales con una fuerte ovación.
El segundo acomete al caballo como una polvorilla, regateando, como hacía Onésimo: una alimaña. Metiéndose en su terreno, Castella le saca algunos naturales estimables pero el toro se queda debajo, vuelve rápido. El diestro ha estado decidido pero le ha faltado la lidia clásica que el toro pedía. El quinto barbea las tablas, se frena, se apaga. Sebastián logra algunos muletazos templados; cuando se para, aguanta, muy firme, en el arrimón. No mata bien.
El sevillano Manuel Escribano se ha ido a portagayola y ha banderilleado en los dos toros, como suele. El tercero es otra alimaña, no tiene un pase por la izquierda, le pone los pitones en el pecho. Por la derecha, aguanta el diestro con decisión pero mata muy mal, recibiendo un pitonazo en la cara. El último, muy abierto de pitones, se frena y vuelve, le pone en apuros en banderillas: en el tercer par, pasa un momento de angustia. En la muleta, el toro arrea fuerte pero con nobleza. Escribano se muestra firme, valiente, le saca naturales de frente, de uno en uno, con emoción. Al rematar de un gran espadazo, corta un merecido trofeo.
Sin ser una tarde brillante, no nos hemos aburrido, como el día anterior. El toro encastado plantea problemas pero también transmite emoción y da mérito a lo que con él se logra.
Postdata. En la mañana del Corpus, me pregunto cuántos madrileños viven esta Fiesta solemne («Tres jueves hay en el año...»), más allá del hecho de no ir a trabajar. ¿Qué cultura religiosa tienen ahora nuestros jóvenes? Me he acordado de cómo se celebra esta gran Fiesta popular en Toledo, en Granada; sobre todo, en Sevilla: las «velas» que protegen del sol, los escaparates de lo viejos comercios, los efímeros monumentos, el olor a incienso, jazmín, romero, yerbabuena... El Corpus ha ido siempre unido al teatro (es el origen del auto sacramental) y a los toros. El 18 de junio de 1981 –una tarde de Corpus capicúa, dijo el maestro Antonio Burgos–, en el coso del Baratillo, bordaron un inolvidable tercio de quites Curro Romero, Rafael de Paula y Manolo Vázquez.
Ficha de la corrida
MONUMENTAL DE LAS VENTAS. Jueves, 4 de junio de 2015. Vigésima octava corrida. Lleno de «no hay billetes». Toros de Adolfo Martín, encastados en general, con dificultades, los mejores de la tarde fueron 4º y 6º.
DIEGO URDIALES, de azul marino y oro. Media atravesada y dos descabellos (saludos). En el cuarto, estocada (saludos).
SEBASTIÁN CASTELLA, de lila y oro. Pinchazo y estocada (silencio).En el quinto, pinchazo y media estocada caída. Aviso (silencio).
MANUEL ESCRIBANO, de verde y oro. Cuatro pinchazos y estocada (silencio). En el sexto, estocada (oreja).
(Foto ABC)