Padilla por la Puerta del Príncipe en la tarde más feliz de su vida
José Antonio Del Moral
16 abril 2016
Sevilla. Plaza de la Real Maestranza. Sábado 16 de abril de 2016. Decimo cuarta de feria. Tarde nublada y agradable tras jornada muy lluviosa que cesó poco antes de comenzar el festejo con tres cuartos de entrada largos. El festejo empezó con media hora de retraso que se consumieron en arreglar el ruedo que estaba lleno de charcos aun después de retirarse la lona.
Seis toros de Fuente Ymbro, muy bien presentados. Dieron juego vario en tres y tres. Sin fuerza y muy deslucido el que abrió plaza. Manso el segundo aunque progresivamente manejable. Apenas manejable y a menos el tercero. Bravo y noble el tercero que llegó totalmente agotado a la muleta tras haber sido masacrado en varas. Bravo y muy noble el quinto. Manso aunque noble el sexto.
Finito de Córdoba (negro y oro): Pinchazo y estocada baja, silencio. Estocada, silencio.
Juan José Padilla (añil y oro): Estoconazo, oreja. Buena estocada, dos orejas. Salió a hombros por la Puerta del Príncipe.
David Fandila El Fandi (nazareno y oro): Estocada casi entera caída, ovación. Gran estocada, oreja
De las cuadrillas, a caballo destacó Juan de Dios Quinta. Y a pie, Daniel Duarte y “Mambrú” en la brega. Y en banderillas, Álvaro Oliver, Antonio Tejero y Javier Perea.
Muchos de los que no lo vieron en directo ni por televisión, se frotarán los ojos para cerciorarse de este acontecimiento que ni en sueños podrían imaginar. Pero fue verdad, un sueño hecho realidad, por gloriosa fortuna para Juan José Padilla que quizá vivió la tarde más feliz de su ya larga vida profesional. Un sueño hecho realidad más efectivo que nunca el del espada jerezano, ayer apenas ciclón en el sentido peyorativo de la palabra pero más torero que nunca y, tan lleno de aciertos, que los que estuvimos en la plaza nos volcamos durante casi todas las intervenciones de este hombre tantas veces renacido y últimamente crecido profesionalmente tras superar, tanto física como anímica y mentalmente, el terrible percance que sufrió hace años en Zaragoza.
A Padilla se le quiere y mucho más en estos últimos años que lleva en el machito torero tras la gran desgracia por la pérdida de un ojo y de verse intervenido en no pocas y posteriores ocasiones porque aquella espantosa cornada no se limitó a lo del ojo.
La altísima y más que sostenida moral de combate que siempre adornó a Juan José y, últimamente, más, desemboco ayer en una tarde que, no por ansiada ni siquiera presentida, aconteció por la gracia de Dios que quiso premiarle como merece. Cuando le llevaban a hombros a Juan José tras pasear el anillo del ruedo y llegó hasta los umbrales de la Puerta del Príncipe, vi como se santiguaba recogido en su interior de buen cristiano y yo también me presigné… Para atravesarla, cambió de costaleros para que fuera su propio hermano, Jáime, también torero y enorme aficionado, quien lo portó. Yo le llamo “Padillita” cada vez que me lo encuentro y él siempre me corresponde con cariñosos elogios diciéndome que me sigue y que me admira. La admiración es mutua, simpatiquísimo amigo. Imagino tu alegría incontenible como la de todos los presentes. No escuché ni conozco a nadie que se quejara de esta salida por la mítica y aristocrática puerta principesca. Y lo entiendo porque lo que más pudimos celebrar fue la enorme disponibilidad del torero de Jerez, ayer sembrado durante la lidia de sus dos toros. Especialmente la del quinto que fue un toro realmente extraordinario.
Padilla ya se había dado y entregado totalmente con el segundo toro desde que lo recibió con una limpísima larga cambiada de rodillas a porta gayola hasta que lo mató de un certero espadazo. Esta larga a la que siguió otra en el tercio, fue angustiosa porque el toro tardó mucho en salir y la espera resultó angustiosa. Espera que Padilla tradujo después en una actuación con el capote, con las banderillas y con la espada dando siempre en las teclas que hubo que dar para remachar todos los clavos en cada preciso momento.
A mí, donde más me gusta ver a Padilla es en la Maestranza porque es en esta plaza cuando el siempre llamado “Ciclón” más se atempera para no sobrepasarse en sus habituales y exageradas gestualizaciones que desparrama en otras plazas cayendo muchas veces en detalles de mal gusto. Y es que en Sevilla se trasmuta en gran torero. Ayer lo consiguió más que nunca. Sobremanera en la lidia frente al extraordinario quinto de la tarde que cumplió el famoso refrán con sobradas creces. Un quinto precioso de bellísima y muy hermosa estampa que debió ser premiado con una vuelta al ruedo en su arrastre. En todo y por todo lo que hizo Padilla, su inmenso corazón latió junto los latidos de los corazones de todos los que allí estuvimos para nuestra fortuna y suerte.
Todo le salió requetebién a Padilla. Las largas, los lances de recibo, los galleos, los quites, los pares de banderillas, su completísima faena de muleta y su fantástica y efectiva estocada. Enhorabuena Juan José. Te la doy con toda mi alma. La de un aficionado que otras muchas veces te ha criticado por abusar de las exageraciones que, llevado se tus proverbial y desbordado entusiasmo, sueles prodigar en otras plazas.
Pero señores, en la plaza de la Maestranza también estuvo ayer El Fandi. Otro todo terreno que no hay quien consiga apartarle ni limitar el siempre altísimo número de sus anuales y casi siempre triunfales actuaciones. De cuanto logró en esta penúltima corrida de la Feria de Abril, su tercio de banderillas en el tercer toro fue tan modélico como impresionante. Y es que este toro llegó muy entero al segundo tercio. Se lo habían cuidado en el caballo con este fin y se pasaron. Tanto que, en cada par, el animal se le vino con enorme violencia. Consumó los pares de poder a poder y dándole todas las ventajas a su oponente. Puso la plaza a revienta calderas y totalmente rendida a los pies del granadino.
Con la muleta, su faena al, como el quinto, también estupendo ejemplar de Fuente Ymbro, resultó completísima. La llevó a cabo sobre ambas manos en un derroche de entrega y de temple. Hay que hablar del natural temple de El Fandi. Y debemos fijarnos siempre en cómo esa manera de templar la perfecciona siempre con su natural y magnífico capote que, tanto en el recibo como en la brega y en quites, David Fandila es uno de los mejores que haya visto en el primer tercio. A mí, la oreja que le dieron del quinto toro me supo a poco. Dicho quede.
Y vayamos con Finito de Córdoba a quien dejo para el final de esta crónica porque ayer nos enfadó bastante. No lo digo por lo poco que pudo hacer con el primer toro que fue uno de los peores del envío ganadero. Lo digo por lo mucho que se perdió hacer y hasta de lograr entusiasmarnos si no hubiera permitido – ¿o quizá ordenado? – que al bravo y noble animal se lo mataran en el caballo con dos puyazos tremebundos. Claro, en tal estado quedó el animal, que aunque Finito quiso con la muleta, solo pudo apuntar lo que este toro y la misma faena hubieran sido de haberlo castigado en varas con la requerida medida. Lamentable por los cuatro costados. Lamentable.
Como, sin ninguna duda, también será lamentable lo que de seguro leeremos y escucharemos de los sempiternos puristas, radicalmente en contra de esta salida de Padilla por la Puerta del Príncipe, agarrándose a la indiscutible calidad de los que la tienen por la gracia de Dios para zaherir a los toreros que no la tienen aunque les sobren valor, vergüenza torera y recursos para poder triunfar por todo lo alto. Se rasgarán las vestiduras, sobre todo los morantistas, inmensamente felices con la, por fin conseguida gran faena de Morante tras años y años de detalles y de sequías triunfales. Allá ellos con su chovinismo y sus permanentes y amargos lamentos. Son los de “esto de acaba”. Son los que se creen únicos defensores de la Fiesta. Esta fiesta variada y siempre imprevisible que, por cierto, vive del pueblo y no de la ínfima minoría que sale de la plaza echando pestes en la mayoría de las corridas. Pero nunca cuando torean sus favoritos aunque en la mayor parte de sus actuaciones pegan el petardo. Si la Fiesta tuviera que vivir solamente de los grandes artistas, estoy seguro que desaparecería … Reflexionemos: Qué hubiera hecho Morante con esta misma corrida de Fuente Ymbro? Detalles o nada. Pues eso. Finito, otro gran artista, mandó matar en el caballo a su mejor toro que fue el muy noble cuarto…. En fin…..