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Club Taurino Italiano

Lama de Góngora cumplió y cortó dos orejas pero faltó el triunfo de clamor

Fernando Carrasco

ABC Sevilla, 13 octubre 2014

 

Una tarde con seis toros, novillos en este caso, suele tener un momento clave. Lama de Góngora, novillero sevillano que ha despuntado en las últimas temporadas y que ayer asumía uno de los compromisos más importantes de su incipiente carrera, lo debió comprobar.

Fue en el segundo de la tarde, el astado de Fuente Ymbro. Un animal con motor, «carbón» como dicen los taurinos. Y con mucho que torear. Ahí estuvo la clave de este festejo. Porque si Paco Lama de Góngora llega a cuajarlo, a entenderse del todo con él, la tarde hubiese dado un vuelco tremendo. Pero no fue así. Y eso que se sobrepuso en los dos últimos y al final logró cortar dos orejas. Pero faltó el triunfo de clamor, la faena maciza y rotunda para haber roto la tarde.

A portagayola se fue a recibir al primero, de El Parralejo. Se frenó de salida y no acudió a los engaños, huyendo despavorido en cuanto sintió el hierro de la puya. Hasta cuatro veces entró en el caballo. Brindó al respetable y el comienzo de faena fue bastante bueno, doblándose con su enemigo. Tenía, empero, movilidad el de José Moya aunque iba algo brusco y violento. Le costó trabajo al chaval cogerle el ritmo por lo que las primeras series resultaron ligeras y enganchadas. Mejor cuando pudo templar y bajar la mano. Pero a zurdas tampoco hubo acople e incluso llegó el desarme.

Y salió el segundo, de Fuente Ymbro. Un novillo que se venció de salida pero que luego empujó en el caballo. Y que llegó al tercio final con mucho que torear. Repetía una y otra vez y tomaba la muleta con avidez. Paco anduvo resuelto, con ganas y ligando si bien las series pecaron de pocos muletazos. Pero había conjunción. El astado pedía más sitio y distancia y el chaval lo toreaba demasiado en corto. La faena fue transcurriendo en ese son y, claro, aquello no acabó de despegar del todo. Una pena. Dio una vuelta al ruedo que se antoja excesiva.

El tercero fue un marmolillo de Javier Molina parado desde su salida. No pudo darle ni un solo muletazo. Con el que hizo cuarto, de El Pilar, la cosa tampoco mejoró. Aquí estuvo el torero demasiado acelerado en los primeros momentos ante un animal que cabeceaba y tenía un feo embestir. Alargó la faena demasiado.

A portagayola

Devuelto por partirse un pitón el quinto, de Daniel Ruiz, salió en su lugar un sobrero de Luis Algarra. Pareció Lama venirse arriba y querer transmitir emoción a los tendidos tanto a portagayola, como en las siguientes largas cambiadas —al menos cuatro— por distintos lugares de la plaza. La faena tuvo muy buenos comienzos por bajo en los terrenos de chiqueros. Aquí sí apareció más templado y pausado. Tuvo calidad el de Algarra y esta vez se dejó los nervios aparcados. La pena es que el astado tenía el fuelle justo y se fue apagando poco a poco, algo que se puso de manifiesto al torear al natural. Otra faena con altibajos y sin acabar de macerar. Pero mató de forma contundente y cortó una oreja.

Quedaba el sexto, también de Algarra. El último cartucho. Se había animado el cotarro con el trofeo del quinto bis. Y de nuevo se fue a portagayola. Las ganas no se le pueden reprochar a Paquito. Y bien que las demostró. Un buen novillo, con nobleza en sus embestidas. Aquí vimos al Lama de Góngora relajado, templado y pinturero en tres series diestras muy acompasadas, llenas de empaque. Rugió por vez primera con fuerza la plaza. Una pena que a mitad de trasteo hubiese algún enganchón que hizo bajar el nivel. El astado fue acortando embestidas y la faena diluyéndose en intensidad. Pero la gente estaba con el torero y tras pinchar y cobrar una buena estocada cortó otra oreja.

 

 

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