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Club Taurino Italiano

Muere El Pana: llanto por un torero genial, bohemio e irrepetible

 

El pasado 1 de mayo, el mexicano fue embestido por un toro en una corrida celebrada en la ciudad de Lerdo. Hoy 32 días después de aquella brutal cogida que le dejó tetrapléjico, el matador ha fallecido en el Hospital Civil de Guadalajara, víctima de un paro cardíaco. Con él se va el último bohemio del toreo en activo.

 

Carlos Abella

El Mundo, 3 junio 2016

http://www.elmundo.es/cultura/2016/06/03/5750e0e1ca4741a9428b465f.html

 

 

El torero mexicano Rodolfo Rodríguez 'El Pana', de 64 años, ha muerto después de 32 días de hospitalización, por las complicaciones de la tetraplejia ocasionada alser embestido y lanzado por los aires por un toro en una corrida en la ciudad de Lerdo, en el norte del país.

El mundo de los toros llora la muerte de El Pana (Apizaco, México. 2 de febrero de 1952). Pero también le lloran las gentes -como se dice en México- que jamás pisaron una plaza de toros, pero que sucumbieron al impacto mediático de un torero distinto y de un personaje irrepetible, original, imprevisible, atrabiliario, seductor, transgresor de normas y conductas tanto dentro como fuera de los ruedos.

Evocar su figura en los ruedos es hacerlo de un Rodolfo Rodríguez capaz de protestar en la plaza México por los experimentos nucleares de la República francesa en una isla del Caribe y de tirarse al ruedo de espontaneo siendo ya un matador de años de alternativa. Le dieron por "acabado" cientos de veces, pero como el Ave Fénix, el "Brujo de Apizaco" resurgía de sus cenizas para seducir a nuevos públicos y seguir llevando la controversia a la opinión publica taurina. Con él no había términos medios: o le adoraban o le consideraban un rara avis de este mundo lleno de conductas de honor, de respeto al compañero que se juega la vida y así le hemos visto hacer el paseíllo con los vestidos más inverosímiles de pasamanería, con un sarape en lugar del capote de paseo, con un excepcional habano en los labios y con su coleta natural entrelazado sus atractivas canas.

 

 

Su andar en el ruedo era especial pausado, simulando ser casi patizambo, y su ir al toro y su cite ha sido único; también su salida de la cara del toro ha estado llena de molinetes inverosímiles, de quiebros insospechados y de adornos pletóricos de gracia y torería, fruto de la imperfección, que es tan seductora en el toreo.

"El Pana" se ha ido al mundo de los dioses dejando una leyenda en la tierra, sin haber podido cumplir algunos sueños y entre ellos el de haber confirmado en Las Ventas de Madrid su alternativa mexicana del ya lejano 18 de marzo de 1979 en la plaza México, arena que pisó en pocas ocasiones dados sus enfrentamientos con los empresarios y sus propios compañeros de profesión, molestos por sus provocadoras y a veces insolidarias actitudes.

Su faena al toro "Chocolatero" de octubre de 1995 es un fabuloso compendio de originalidades inverosímiles ya en un hombre de su edad, que quiso retirarse un 7 de enero de la plaza México hace ya varios años, y 'El Pana' no defraudó, pues llegó a la plaza en una calesa tirada por caballos, luciendo una coleta natural, a la manera decimonónica. Hizo el paseíllo con su exagerada parsimonia, sonriendo, fumándose un habano de grueso calibre y con el capote de paseo sin liar. Llenó el coso de Insurgentes, y alternó lo cómico con lo genial, lo que rozaba el ridículo con lo que superaba la genialidad. El éxito fue tal que se desdijo de su deseo y siguió toreando. Treinta mil personas le observaban.

 

Ha estado en la cárcel en siete ocasiones y hay en Youtube cientos de documentos de su inspiración taurina y de su palabra como ese inefable brindis de la tarde de su frustrada despedida en 2007: "Brindo por las damitas, damiselas, princesas, vagas, salinas, zurrapas, suripantas, vulpejas, las de tacón dorado y pico colorado, las putas, las buñis, pues mitigaron mi sed y saciaron mi hambre y me dieron protección y abrigo en sus pechos y en sus muslos, y acompañaron mi soledad. Que Dios las bendiga por haber amado tanto". Ni Gabriel Garcia Márquez niCamilo José Cela hubieran sido capaces de hilvanar tan hermoso texto en castellano para atribuirlo a uno de sus seductores personajes. El escritor mexicanoHeriberto Murrieta ha hecho pública estos días esta carta de "El Pana" dirigida a él en abril de 2001 que es un auténtico testimonio y un testamento vital de gran valor.

"Heriberto Murrieta.

Querido hermano: Ahora que se me presenta la anhelada oportunidad que tú me has conseguido de reaparecer en la Monumental de Insurgentes, después de tanto sufrimiento por el que tú sabes que he pasado, y debido a que ahora se está legislando sobre la donación voluntaria de órganos, quiero poner mi granito de arena y ser de los primeros en dar ese paso tan trascendental. Debido a que estoy desesperado y harto de tanta mediocridad, habré de salir el próximo domingo a darlo todo. Si un toro me mata, quiero pedirte que obsequies todos mis órganos a mis hermanos mexicanos que los necesiten, que lo mucho o poco que quede de mi menda sea cremado y que mis cenizas sean esparcidas por todas las ganaderías tlaxcaltecas donde pastan las vacas bravas. Sin más por el momento se despide tu hermano que mucho te agradece tus molestias y tu apoyo, no sin antes mandarte un fuerte abrazo.

Rodolfo Rodríguez El Pana".

Su cuerpo, hoy inanimado estaba surcado por muchas cornadas y alguna de ellas en la tremenda y temida femoral, pero ha tenido que ser un toro gacho y en una plaza modesta el que topara con su cuerpo lanzándolo al aire para que cayera a plomo destrozándose su medula espinal. "El Pana" ha muerto - porque seguir viviendo inmóvil hubiera sido otra muerte indeseada por él- , aclamado en todas las plazas que han guardado un eterno minuto de silencio que ha estado lleno del recuerdo de su imborrable estampa, de su honda torería y de su arrebatadora personalidad.

 

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